martes, 7 de septiembre de 2010

Fragmentos de "Tombuctú" de Paul Auster.

Allí era donde la gente iba a morir. Una vez que el alma se separaba del cuerpo, lo enterraban a uno y su alma se largaba al otro mundo. Willy había insistido sobre eso durante las últimas semanas, y en la mente del perro ya no cabía duda de que el otro mundo era un sitio que existía de verdad. Se llamaba Tombuctú, y por lo que Míster Bones podía colegir, se encontraba en medio de algún desierto, lejos de Nueva York y de Baltimore, lejos de Polonia y de cualquier otra ciudad que hubiesen visitado a lo largo de sus viajes. En un momento dado, Willy lo describió como un "oasis de espíritus". En otro momento dijo:
- Donde termina el mapa del mundo, es donde empieza Tombuctú.
Míster Bones tenía la impresión de que sería un viaje muy penoso y difícil, pero Willy le aseguró que no era así, que no se trataba más que un abrir y cerrar de ojos en hacer todo el trayecto.

Se estaba en armonía con el universo, se era una partícula de antimateria alojada en el cerebro de Dios. Tom-buc-tú.

Si allí era donde iba Willy, allí era donde él quería ir. Cuando le llegara el momento de despedirse de este mundo, lo justo sería que en el más allá le permitiesen vivir con la misma persona que en el más acá.

¿Y si Tombuctú resultaba ser uno de esos sitios con lujosas alfombras y elegantes antigüedades? ¿Y si no admitían animales?

Y ya no sigo porque me estoy poniendo a llorar solo de pensar el final..es un libro PRECIOSO, os lo recomiendo a todos/as.

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